EL CERRO DEL ÁGUILA
Por
Andrés Alberto Amarilla Toril
Cronista
Oficial de Santa Marta de Magasca
En todos los pueblos hay lugares destacados por alguna razón que siempre han servido como referencias geográficas: un relieve particular, una roca con algún detalle marcado, un gran árbol o un acontecimiento de llamativa historia que allí tuvo lugar.
Marta
se sitúa en el relieve peniaplanado de la Penillanura Trujillano-cacereña.
Apenas hay alturas que sobresalgan del entorno, siendo los puntos más elevados algunos pequeños cerros. Es habitual que a muchos de éstos se les haya
denominado de alguna forma especial, sobre todo localmente en las fincas
donde se encuentran, por lo que son varios los cerros “Gordos”, “Grandes” o
“cerrones", o simplemente el “Cerro de” acompañado de un nombre de referencia
que haga alusión a algo destacado. Como ejemplo tenemos en nuestros campos el
Cerro Gordo de Carrascalejo, lugar en el que coinciden los términos municipales
de Marta, La Cumbre y Trujillo; el cerro Gordo de Pascualete, junto a la
carretera y entre la Casa de Campillejo y la entrada actual del Carrascalejo;
El Cerro del Guijarro, también en Pascualete y junto a la carretera; el Cerro del Palomar en la entrada del pueblo por la carretera de Trujillo; etc. Todos
con alturas de alrededor de 400 m, algunos aparecen reconocidos en la
cartografía y otros solo se identifican en la tradición oral.
Uno de estos cerros, poco conocido para las generaciones más recientes, es el Cerro del Águila. Próximo al núcleo urbano, se ubica en el límite que el propio cerro ofrece entre la dehesa Los Hoyos y las parcelas conocidas como el Sesmo del Águila, una de tantas partes en las que antaño se dividió el antiguo término del Señorío de Marta y su terreno público posterior. Aunque en el terreno descendente que se extiende desde el pueblo hasta el río Magasca, el Cerro del Águila consigue alzarse del entorno a una altura de 352 m. Por el lado sur, es decir, el que mira hacia el pueblo, apenas se eleva unos pocos metros por venir el terreno de mayores alturas. Pero por el lado norte, el que mira al río Magasca, sobresale al descender bruscamente el desnivel hacia el río. Desde la otra orilla (N), es fácilmente identificable.
El
sugestivo nombre de “El Águila”, que como hemos visto, también denomina a la
zona parcelada, podría asociarse a esta ave rapaz tan abundante en estos
parajes de ribero, pero quizás tenga más que ver con otros aspectos más
relacionados con vestigios históricos de factura humana. La Piedra del Águila,
petroglifo de la Edad del Bronce situado en la finca Valdehonduras, recibe su
nombre por la interpretación a la que sus líneas y grabados pueden dar lugar,
dando forma a un águila imaginaria. Según la tradición oral, en este Cerro del
Águila podría haberse localizado otro petroglifo similar, destruido para
extraer piedras para las paredes de delimitación de estas cercas, y de ahí el
topónimo que ha perdurado. En la vecina localidad de Monroy, junto al río Almonte,
también hay un Cerro del Águila, ubicado junto al Cerro del Hinojo.
Aunque
el Mapa Topográfico Nacional (MTN) actual no marca este cerro, sí que lo hizo
otra edición anterior, como fueron las primeras minutas cartográficas
realizadas a finales del siglo XIX.
Minutas cartográficas realizadas en
1898 por el Instituto Geográfico y Estadístico. Fuente: Archivo Técnico del IGN.
Tampoco
las ediciones del MTN más recientes, a escala 1:50.000, recogen la altura
exacta por lo reducido del área del cerro, pero sí que puede observarse con
todo detalle en la Primera Edición a escala 1:25.000.:
En
superficie no se encuentran restos arqueológicos, pero el lugar merece una
visita en agradable paseo, pues las vistas que desde aquí hay de los riberos
del Magasca son espectaculares, dominando una amplia panorámica.
Siempre
ha sido un punto de referencia conocido por los marteños. Su altura y la
probable ubicación aquí de un petroglifo protohistórico, serían motivo
suficiente para establecer la demarcación que separaba Los Hoyos del término
del señorío marteño formado en el año 1559, y que tras la abolición de los
señoríos y el proceso desamortizador del siglo XIX, dio lugar al terreno
parcelado en pequeñas propiedades que hoy hemos heredado. Una antigua calleja,
aún visible y transitable a pie, recorría toda la linde del terreno parcelado,
partiendo de la zona de Las Retuertas y llegando hasta el Cerro del Águila.
Panorámicas del Cerro del Águila desde el lado norte del río Magasca.
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